De 23,4 billones de pesos que se esperaban recaudar inicialmente, el Gobierno baja sus pretensiones a 15,2 en este nuevo intento de reforma tributaria que, como siempre, avanza holgadamente por los pasillos del Congreso.
Argumentan que la nueva reforma tiene como pilar la austeridad (20% de la totalidad), como si la austeridad no fuera una obligación del
sector público, como si la austeridad no se pudiese ejercer sin estar mediada por una reforma tributaria y como si no se hubiese podido ponerla en práctica desde el inicio del gobierno. En resumen: la administración Duque no le ha dado un manejo óptimo al erario público y reconoce indirectamente haber derrochado 9,3 billones en 3 años. Así de simple.

El propósito aparente de este nuevo capítulo es la satisfacción de algunas demandas de las clases menos favorecidas, en resumen: universidad gratuita pública por un período de tiempo, incentivos en nómina para contratación de jóvenes, subsidio de 10% en la nómina
de 275.000 empleados inscritos en el programa de incentivos. En fin: poco, que es en todo caso mucho mejor que nada.
La reforma le costará al sector privado el aumento impositivo de cinco puntos porcentuales en renta corporativa (queda en 35%), reducción del descuento del impuesto de ICA de 100% a 50%, una sobretasa al sector financiero de tres puntos porcentuales hasta el 2025, todo ello, contentemplando el albur de ahorro en austeridad, lo cual significa que el 60% de la plata vendrá “solidariamente” de las empresas  colombianas, muy maltratadas por el sector financiero en plena pandemia, muy afectadas por la pandemia en sí misma.

El Estado necesita dinero para funcionar y mucho más un Estado gigante como el colombiano que debe sostener un aparataje burocrático desproporcionado, pero como en el primer trimestre del año, esta reforma y cualquier otra no es concordante con la realidad empresarial; el mercado colombiano está ad portas de una profundización de la crisis por cuenta de la devaluación del peso, qué si bien hace difícil importar y facilita la exportación, los segmentos de mercado que tienen vocación de exportación como el agrícola no están siendo atendidos debidamente, todo lo demás se importa y se transa en dólares.

Esta reforma no toca la canasta familiar ni el IVA, así que probablemente no haya marchas que la rechacen; el Congreso en pleno la ha aprobado y será el sector productivo el que pondrá plata de donde no la hay.